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La magia del Putumayo
El Putumayo es uno de esos destinos colombianos que por décadas ha cargado con diferentes estigmas, pero que al conocer te das cuenta que no son más que leyendas, mitos urbanos.
La primera sensación al llegar a esta región del sur de Colombia, es la de no estar en este país. Idiomas y acentos de todas partes del mundo se mezclan con los cantos de las aves y los sonidos de la selva, típicos del piedemonte amazónico.
Y es que, como muchos otros parajes de nuestro territorio, son más apetecidos y frecuentados por los extranjeros que por los colombianos. Para ellos ese cuento de viajar mucho para llegar a un lugar no es problema, como sí lo es para muchos nacionales.
Sí. Es que para llegar al Putumayo por tierra hay que viajar mucho. Cerca de 5 horas distancian a su capital de Pasto, 7 de Neiva, 10 de Ibagué, 12 de Bogotá y una 20 lo hacen de Medellín. Pero repito, eso para quienes realmente disfrutan de la naturaleza y de conocer las tradiciones de los pueblos de la amazonía colombiana, no representa ningún problema.
En nuestro viaje aprovechamos para conocer el corredor turístico Villagarzón – Mocoa – Alto Putumayo, una ruta que al viajero le ofrece de todo un poco.
Villagarzón fue nuestro primer destino. Allí, junto a Fredy Segura, uno de los guías más experimentados de la región, conocimos muy de cerca la importancia de la conservación, del respeto por la naturaleza y por momentos nos sentimos parte de la película Avatar, del famoso director James Cameros, pues sus árboles centenarios son fuente de energía y tranquilidad, y brindan equilibrio al territorio. También conocimos la cascada la Mohana, que hace parte del recorrido por donde se oculta el sol.
A pocos minutos de la capital ganadera del departamento llegamos a Mocoa, una ciudad rodeada de aguas, por lo que la terminación yaco (yaku), inundará tu cabeza. Hornoyaco, Dantayaco y Mandiyaco, son algunos de esos hermosos parajes que visitamos con Ecoturismo Putumayo. Otro lugar que no podíamos dejar de conocer eran las cascadas de Fin del Mundo, un escenario natural y una experiencia maravillosa.
Desde allí y a un poco más de tres horas de camino por una de las vías más hermosas, pero a la vez más agrestes de Colombia, llegamos al Alto Putumayo. Cuatro municipios pequeños, muy cercanos entre sí, donde prevalecen las comunidades indígenas y sus tradiciones y que hacen parte del Valle de Sibundoy. En varios puntos de esta carretera conocida por muchos como el trampolín de la muerte y de la biodiversidad por otros, se encuentran diferentes hotspot de avistamiento de aves, en un territorio en el que se pueden apreciar cerca del 50 por ciento de las especies observables en el país.
El más grande de los municipios es precisamente Sibundoy, reconocido por ser uno de los centros poblados con mayor cantidad de indígenas y sede del Carnaval del Perdón, que se celebra cada año a finales de febrero y comienzos del mes de marzo. Murales y tiendas de artesanías de las comunidades Inga y Kaméntsá llenan de colorido las calles de la población.
Un poco más frías, las tierras del Alto Putumayo cuentan además con termales. En Colón pudimos visitar el Centro Turístico Ambyaku, un lugar temático lleno de historias y tradición en el que se pueden sumergir en piscinas de lodo y aguas termales para alivianar la mente y el cuerpo. Ideales para renovar las energías.
Recorrer este departamento es una experiencia maravillosa: aves, mariposas, cascadas, termales, ancestralidad, bienestar, paisajes, senderismo y canyoning, hacen parte de las muchas actividades en las que podrás sumergirte y disfrutar la magia del Putumayo.